miércoles, 6 de mayo de 2015

CANCION SOBRE EL PUEBLO OBRERO DESPROTEGIDO

                 MIRO QUE MIRA LA GENTE MAS NO LO PUEDO ENTENDER
MIRO QUE HAY HOMBRES LUCHANDO CON HAMBRE FRIO Y SED
MIRO QUE MIRA LA GENTE Y NO LO PUEDO ENTENDER…….
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CUAL SI NADA PASARA EL PUEBLO PASA MIRA NO VE.
repite
LEVANTA TU MANO HERMANO QUE ES LA HORA DE RECLAMAR
REBIENTA YA LAS CADENAS QUE TE HAN QUITADO LA LIBERTAD
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DESIDE QUE AUN HAY TIEMPO DEJA LAMENTO  Y PONTE A LUCHAR
SE QUE QUISAS MANANA EN CUAL QUIER ESQUINA GRITARA
MIS PALABRAS CANSADAS  BAJO LA LLUVIA HAN DE ESCUCHAR
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MIENTRAS LLEGUE ESE DIA  EL PUEBLO MISMO CONOCERA
QUE TENGO LOS PIES CANSADOS LAS GANAS TRISTES CAMINAR
 REMOTA LAS ESPERANZAS DESNUDA EL ALMA Y LA SOLEDAD
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TENGO UN LLANTO PERDIDO UNA CALMA  AJENA QUE RESCATAR
LA SENCILLES DE UN HOMBRE QUE CAMBIO TODO POR LA VERDAD
repite<<<<<<<<<<<>>>>>>>>>>>>>>>
MIENTRAS LLEGUE ESE DIA EL PUEBLO MISMO CONOCERA
QUE TENGO LOS PIES CANSADO LAS GANAS TRISTES DE CAMINAR

REMOTA LAS ESPERANZAS DESNUDA EL ALMA LA SOLEDA

LA ANTORCHA DE LA VIDA (Discurso)

Después de todo el Sindicalismo no está tan distante de nuestro entorno vital, como solíamos creer.
La “asociación y hermandad de los trabajadores”, esa idea hermosa y corporizada,  conocida desde hace más de dos centurias bajo el nombre religante de sindicato, nacida, como tenía que ser, en los albores primigenios del capitalismo, durante las más denodadas batallas obreras, épicas, libradas por nuestros valientes ancestros, continúa existiendo y reproduciéndose, como un organismo vivo.
Aunque a primera vista a nosotros los jóvenes y la mayoría de ciudadanos el vocablo “sindicalismo” nos parezca equidistante, desconocido y frío, exclusivo a una demografía obrera diminuta (el 4% de los trabajadores colombianos), en fin, una palabra extraña a nuestra propia realidad nacional, barrial y urbana, individual, no obstante, me atrevo a creer el sindicalismo sigue estando presente, de modo cuasi  omnipresente, en la vida real y en los corazones del pueblo trabajador de Bogotá, en las gentes del común que co-habitan las casi  veinte dos localidades capitalinas, sus enigmáticas callejuelas y barrios, que hoy se contabilizan en más de cinco mil. Una ciudad que está cargada, como todos sabemos (por tradición oral, educación brindada, como la de este enriquecedor Seminario y las vivencias personales de cada uno), de majestuosas historias, silenciosas y colectivas, libradas por nuestra clase; Bogotá es una ciudad cargada de sudor y luchas, de vida misma.
Además de nuestra ciudad Bogotá, en la que por fuerzas del azar y la causalidad histórica habitamos en el presente más de ocho millones de personas, lo mismo podríamos decir de cualquier hábitat social del planeta tierra: en cualquier lugar donde residan obreros, estará presente la viva palabra “Sindicalismo”, en sus innumerables traducciones lingüísticas.
Por esta razón, evocar a la palabra “sindicalismo” en cualquier sitio o ciudad, en Bogotá, Hong Kong, Ciudad del Cabo o Nueva York, es evocar, aunque no lo crean,  el ciclo vital, los sueños materiales y sentimientos humanos de individuos laboriosos de carne y hueso, que agrupados, constituyen hoy por hoy, en el nuevo milenio, la inmensa mayoría social de nuestra especie. De ahí la vitalidad del sindicalismo, que esté vivo.
El sindicalismo colombiano y bogotano no nació por la fuerza creadora de la Ley y el Gobierno patronal, ni siquiera de la voluntad y “el paso dado” por algunos cuantos asalariados avezados y berracos, congregados en fábricas y barriadas, que finalmente decidieron asociaciarse y organizarse colectivamente, para defender sus derechos, pasándose a llamar “afiliados”. A mi juicio, esa no parecer la raíz de donde brotó el inmenso árbol ramificado de los Trade Unions.
Más bien me atrevo a pensar que el Sindicalismo se originó, nació y se desarrolló, además de que permanecerá vivo en las urbes del mundo, hasta el final de los tiempos agónicos del monstruo del capitalismo, allí donde haya el más tenue decibel sonoro, a veces mudo, en otras palabras, allí, en cualquier lugar donde halla la más mínima muestra y señal de descontento social.
No es la legislación gubernamental, la asociación colectiva ni la condición de afiliados, la que hace al Sindicalismo ser y estar, sino que es el descontento de la sociedad asalariada la que posibilita su vida, su vigorosidad, su aliciente. Es un descontento, casi un eufemismo, que remite de una “lucha” que en la vieja mitología podríamos llamar metafóricamente una “batalla de dioses y gigantes”, pero que en la vida real de Colombia, Bogotá y el mundo, llamamos una “lucha entre clases sociales”. El sindicalismo es entonces la llama viva del descontento social, de la lucha de clases.
Este descontento social al que me refiero, tiene la característica de ser corporizado, de ser a la vez individual y colectivo, de ser una inconformidad cualitativa que en muchos casos no es captado en toda su riqueza por las frías estadísticas cuantitativas y papers académicos, en los informes científicos de la OIT y la burocracia sindical. Me explico. Este descontento humano es un descontento particular, propio de una clase obrera personalizada y territoralizada, más que cualquier abstracción por el estilo; dicho de otro modo, para los materialistas, se trata de un descontento de una clase social con rostro individual, residente situacionalmente en una “aldea global”  o una geografía, espacio tiempo específico, en nuestro caso, en la Ciudad del Distrito Capital.
Imaginémonos por un instante, los “rostros e historias de vida”, donde este descontento social reside, en nuestra ciudad capital: Carlos, el joven herrero, maldice el calor de las máquinas y el horno de la caldera y no ve la hora de irse emborracharse a punta de Águila, con su grupo de amigos en la mítica esquina de Fontibón; reside en Rosa Cecilia, madre tejedora, de San Victorino la cual añora ver a su hijito después de terminar su jornada a las 6 de la tarde; yace allí en Andrés, un padre soldador de la Zona Industrial que trabaja incesantemente para asegurar la manutención de sus hijos queridos, ¿por qué no?, permanece como una “llama” allí donde donde la maestra Paola imparte clases en un Colegio de Kennedy y sueña con futuro mejor, para ella misma y para las nuevas generaciones.
El sindicalismo es una llama viva que está omnipresente en nuestra ciudad, en nuestro territorio, en todas las profesiones asalariadas, aunque a veces parezca marginal y en el peor de los casos, invisible, ausente. El sindicalismo está presente como idea corporizada, primigenia y en potencia, en las condiciones de vida de Carlos, Rosa, Andrés y Paula, los cuales son trabajadores tercerizados y precarizados, uno de ellos estable, pero lo común a todos es que ninguno de ellos esté sindicalizado.
El sindicalismo en Colombia no ha muerto, a pesar de los 4.000 héroes caídos en estos 25 años. El Sindicalismo colombiano y bogotano viven, más necesitan saber capitalizar creativamente, a su favor esa llama viva llamada “descontento social”. En este orden de ideas, son valiosas las propuestas que han salido de este Seminario: crear Sindicatos de in-estables, organizar Comités obreros de fábricas, articular los sindicatos con los demás movimientos sociales y los “desindicalizados”, crear nuevas formas de organización de los trabajadores, que respondan al campo de batalla neoliberal, que nos tocó vivir.
Por todo lo dicho aquí, mis preciados compañeros sindicalistas, trabajadores, estudiantes y jóvenes, asistentes al “V Seminario de Derechos Laborales y sindicales – por vida digna de las y los trabajadores de Bogotá”, es que tercamente sostengo ante este auditorio de la CUT, que el Sindicalismo está más vivo que nunca. Esa es la idea-imagen que aprendí y que les quería transmitir esta tarde de hoy, a riesgo de parecer una perogrullada o un sin sentido.
Para culminar mi discurso, quería decirles que depende de cada uno de ustedes, queridos asistentes, que la llama aurífera del descontento social que se está cultivando en los cuerpos de los trabajadores de la vieja Bacatá, alcancen proporciones inimaginables en el largo sendero del posconflicto por el que transitará Colombia, pueda ser aprovechada para luchar por una una mayor tasa de crecimiento sindical, con mayores organizaciones democráticas sindicales, de carácter clasista, presentes en las empresas y barrios, esparcidas en los centros productivos del país y los territorios de la ciudad bogotana.
Pero no sólo eso.
Las “llamaradas capitalinas” del descontento social, esta monumental antorcha “olímpica” de la vida, cada vez más poderosa y flameante, esta inconformidad que acabé de mostrarles y que ustedes se alcanzaron a imaginar, la cual que está presente en todos los países y ciudades, incluidos este recinto, dan para muestro más, dan para ser más ambiciosas, dan para realizar mancomunadamente el sueño político, proyecto colectivo y la misión histórica a la que está llamada la clase obrera contemporánea: la lucha por la Revolución Colombiana, obrera y socialista, con alcances y proporciones mundiales junto a nuestros hermanos asalariados de más de 148 países y 5 continentes hermanos, en estos tiempos convulsionados del siglo XXI, así como en el resto de días que le quedan por vivir a la civilización humana.
Dicho esto, no me queda más por decir que lo siguiente: Que siga ardiendo la antorcha de la vida. Gracias.
Sergio Chaparro,

28 de octubre de 2014

YO NO VENGO A DECIRLES

                         Anónimo
Yo no vengo a decirles
que dos más dos son cuatro
ni que con A se escribe
amor, paz, asesinato.
No vengo a traer
Ni a poner soluciones sobre la mesa.

Vengo a contarles que en Colombia
La tierra asesina campesinos siete días a la semana
Y al obrero le dan dos almuerzos de metralla,
Que los niños, tristes, duermen en las calles,
Y las prostitutas inundan los mercados,
Y que a cambio de esto el “amigo yankee”
se lleva todo lo de encima y lo de abajo.

Vengo a contarles como en Colombia todo se arregla fácilmente,
Que si el frío y el hambre asesinan mil infantes
nos envían aviones supersónicos,
Que a cambio de la huelga nos ofrecen ¡los mejores festivales!,
Ah! Y para que todo mundo guarde silencio y compostura,
No faltan las cárceles modernas,
Además los fusiles oficiales garantizan la paz
 en la universidad y en la parcela.

Yo no vengo a decirles
Que dos más dos son cuatro
Pero dos más dos pueden sumar cuarenta brazos
Y la unión de aquel con aquellos
De todos con nosotros
Formará un torrente incontenible.

Yo no vengo a decirles
Que dos más dos son cuatro
Pero que si ustedes se deciden
A quitarse la venda de los ojos
A vestir el uniforme de fatiga
Y a desempolvar sus ideas (escopetas)
Díganme cuando y a qué horas

Nos encontramos en la lucha (en el monte).

POR NUESTROS DERECHOS


                                Fabio Geovo Almanza

A este quinto seminario
Todos puntuales los sábados llegaban
Comenzaba a las dos de la tarde
Y a las seis se terminaba.

Representantes obreros, estudiantiles,
Barriales, juveniles y muchos más participaban
No importando lo lejos que vivieran
Que hasta de Fusagasugá llegaban.

Unos más otros menos
En las dinámicas de grupo se involucraron,
Agradecemos a los talleristas
Que nuestra conciencia de clase despertaron.

No olvidemos compañeros
Las enseñanzas adquiridas,
Transmitámoslas a las bases
Que se verán fortalecidas.


Luchar por nuestros derechos
No es una causa perdida,
Perdido está quien se somete
Sin tomar la iniciativa.

Los ricos sin los obreros
No tendrían plusvalía,
El pueblo sin  explotación
Qué desarrollo tendría.

Mantengámonos unidos
En la lucha y solidaridad
Si diariamente nos formamos
Nuestro pueblo vencerá.

martes, 5 de mayo de 2015

LAS NUEVAS DINÁMICAS DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LOS IMPACTOS ANTE EL MUNDO DEL TRABAJO

EL CAPITALISMO DESTRUYE LAS DOS FUENTES DE RIQUEZA: EL HOMBRE Y LA NATURALEZA. EN ESE SENTIDO, EL SISTEMA NEOLIBERAL ES UN REAL GENOCIDIO, PORQUE ESTA ACABANDO CON CAPAS ENTERAS DE LA SOCIEDAD HUMANA Y DEL ENTORNO NATURAL”.F. HOUTARD.


Introducción.

En los umbrales del siglo XXI, la humanidad se ha encontrado en la encrucijada que representa la crisis. Crisis ecológica, alimentaria, energética, hídrica, financiera, económica, política y civilizatoria del proyecto histórico capitalista. La historia  ha demostrado, que la forma para intentar salir de dichas crisis el capitalismo hace uso de la fuerza, la represión, la liquidación de los derechos humanos.
Uno de esos innumerables efectos de la crisis estructural del capitalismo, tiene que ver con la liquidación de los derechos fundamentales asociados al mundo del trabajo. En efecto, desde los años 80´s con el advenimiento de la teleinformática, la robótica, la microelectrónica se ha venido imponiendo en el mundo nuevas relaciones de producción asociadas al toyotismo. Este tipo de trabajo se arraiga en lo que algunos autores llaman la informatización de la producción, o concentración de la actividad económica en el llamado tercer sector de la economía: venta y compra de servicios, flujos financieros, especulación, etc.
Este tipo de trabajo subsumido por la lógica y dinámica del capital se caracteriza por la desnaturalización de las antiguas prácticas laborales asociadas al modelo fordista. Pero es necesario afirmar como esta descentralización de la producción vincula entre sus dinámicas formas antiguas y clásicas de producción, dependiendo de los nichos culturales, que se convierten en ventajas comparativas para los inversionistas.
Se observa cómo el desempleo estructural es otra de las consecuencias desencadenadas por la crisis, ya no son solo los bancos quienes quiebran sino también industrias como la General Motors, Caterpillar, Kodak, entre otros, y la opción tomado por los dueños de los medios de producción es liquidar su planta de trabajadores o el sometimiento de los mismos a novedosas formas de explotación laboral que se hace necesario comprender para la generación de alternativas colectivas-sociales.
La clase que vive del trabajo juega un papel esencial para el surgimiento de un nuevo proyecto humanista, por ello se hace necesario, e imprescindible, la creación colectiva de nuevas formas de organización y lucha para contrarrestar no solo la producción de plusvalor en la explotación de la fuerza de trabajo, sino también de la liquidación y mercantilización de los bienes comunes de la naturaleza y los derechos colectivos sociales a vivir una vida digna.
El proyecto histórico de la clase trabajadora no es, ni fue, el reformismo ni la reivindicación de la sociedad salarial, sino la construcción de un nuevo proyecto de civilización más allá  del capital, y con ello, la superación de todas las estructuras de explotación y dominación presentes en el capitalismo.
Estas tesis quieren alentar el debate al interior de las organizaciones sindicales y de trabajadores y trabajadoras que hacemos parte del Congreso de los Pueblos, que nos dimos cita en la ciudad de Duitama, Boyacá durante los días 14 y 15 de marzo de 2015 con el fin de resignificar nuestro qué hacer como clase que vive del trabajo para la construcción de un verdadero futuro digno, a la altura de nuestros sueños, luchas y esperanzas.



TESIS:



  1. El capitalismo corporativo-transnacional liquidó el pacto capital-trabajo. (Fin del modelo económico intervencionista y reformista). Durante los treinta años gloriosos del capitalismo (1945-1973) las condiciones materiales de los trabajadores mejoraron ostensiblemente, comparados con la situación socio-económico del siglo XIX. Producto de las luchas del movimiento obrero, que van desde las comunas de París y las huelgas por la jornada laboral de los tres ochos, llegando a las jornadas por el derecho al sufragio y a la organización se disputa políticamente la distribución de la riqueza y el ingreso, que se materializa en los Derechos sociales y colectivos, como la salud, la educación, la alimentación, la vivienda, la estabilidad laboral, la seguridad social, etc. El incentivo a la producción, al crecimiento de la economía real y al consumo de los bienes por medio de las relaciones contractuales salariales, permite una distribución de la riqueza que se refleja en la inversión social. Esta dinámica del capitalismo-reformista y social-demócrata, coopta, asimismo, a los trabajadores dentro de las coordenadas de un sindicalismo economicista y gremial que pierde su proyecto histórico revolucionario socialista.


  1. Crisis global del capitalismo. Fortalecimiento del proyecto neoliberal. Desde finales de los años 60`s el capitalismo ha entrado en una profunda crisis expresada en la caída de la tasa de ganancia, de la cual aun hoy no se ha podido recuperar. Como se sabe en los años 80´s el modelo Neoliberal se proclama en el “Consenso” de Washington. El capitalismo corporativo-transnacional busca apropiarse de los recursos y del capital social generado por el anterior modelo regulador. El capital social que son los derechos sociales y económicos, deben ser privatizados. Profundizándose lo que se conoce como despojo de los bienes colectivos. Proyecto que busca desmantelar el proteccionismo industrial y la soberanía económica, política, jurídica, ambiental de los países pobres. Se destruye la relación y la sociedad contractual, en la cual los sindicatos eran un componente social importante. Dicha destrucción se impone bajo los proyectos políticos de los gobiernos de ultraderecha, que utilizan el instrumento del Estado como dispositivo de control y disciplinamiento ante el descontento social por medio del terrorismo de Estado. No hay que olvidar que el modelo neoliberal, en su primera fase, fue impuesto bajo dictaduras militares, no solo en América latina, sino también en Asia y África. El Estado legisla no para garantizar lo derechos de la sociedad sino en función del gran capital. La estrategia busca controlar y expoliar las dos fuentes primarias de riqueza: el trabajo y los bienes comunes de la naturaleza. El estado, se reconfigura como instrumento de dominación de clase, representado en nuestro país en una alianza entre la oligarquía tradicional, y sectores reaccionarios como los terratenientes, comerciantes, narcotraficantes, empresas transnacionales, paramilitares y funcionarios del Estado. La función del Estado se fortalece desde el dispositivo de fuerza policial y militar y el control ideológico mediático. Cualquier actor que deslegitime dicho poder desde la huelga y la movilización es estigmatizado y perseguido.  El sindicalismo colombiano es un buen ejemplo, ya que es Colombia el país más peligroso del mundo para ejercer los derechos y libertades sindicales, que supuestamente están consagrados en la Constitución política de 1991. Para generar confianza inversionista el país se debe someter al recetario de ajuste del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Todo debe ser privatizado y se debe liquidar cualquier organización social y política que busque reivindicar derechos sociales y colectivos. El capitalismo mundial ha buscado concentrarse en el tercer sector de la economía que se proyecta en la venta de servicios y en el flujo del capital especulativo financiero, imponiéndose con ello la financiarización económica.  

  1. Tercera revolución industrial. (La microelectrónica, la teleinformática, la robótica, intensificación de la rotación del capital. El modelo de acumulación flexible). La primera revolución industrial estuvo determinada por la utilización de la máquina de vapor y su uso en la producción y circulación de mercancías, la segunda revolución se asoció al uso de la electricidad y el petróleo y la tercera se asocia a las nuevas tecnologías que buscan intensificar y acortar la rotación del capital y la producción. En efecto, con la crisis del modelo fordista de producción y el fin del proyecto reformista del capitalismo se impone contra el mundo del trabajo un nuevo modelo de acumulación capitalista, que busca intensificar la sobreexplotación laboral por medio de la maquilización del tercer mundo y el desmantelamiento productivo del primer mundo por medio de la descentralización. Esta producción se concentra en la creación mercantil de lo simbólico, el tráfico y flujo de servicios y la especulación financiera. La producción de mercancías ya diseñadas y controladas desde la mediación simbólica publicitaria tiene ya asegurado a los consumidores que tienen a la vez un papel activo en el diseño de las mercancías. Esta acumulación flexible gestada y diseñada por las corporaciones producen mercancías en diferentes partes del mundo donde se ofrecen ventajas comparativas: mano de obra barata, recursos naturales a bajo precio, la inexistencia de la legislación ambiental y laboral, etc. Las consecuencias contra los trabajadores son evidentes: pérdida de puestos de trabajo, liquidación de la infraestructura productiva de los países del tercer mundo, fin de los derechos sociales y colectivos, mercantilización de los recursos naturales y de los derechos fundamentales de la población. Aumento del desempleo, presencia del esclavismo, se afirma que hoy más de 27 millones de esclavos en el mundo, que trabajan en las fábricas de la muerte. Mano de obra esclavizada de mujeres, niños y niñas; principalmente. Se observa, asimismo, la globalización de la pobreza, la miseria, la precarización laboral, que no es más que un trabajo sin acceso a derechos humanos fundamentales que acompañen a una vida digna.
  

  1. Colombia: la no conformación de un proyecto Nacional industrial y la no formación de un obrero industrial.  En Colombia se asiste a una profunda crisis económica, de las instituciones políticas, del Estado y de la sociedad en su conjunto. El modelo económico en Colombia ha sido caracterizado como trasnacional, mafioso, financiero y terrateniente, responsable de la debacle de la sociedad colombiana. Colombia, ocupa el segundo deshonroso lugar, después de Brasil, siete veces más grande que Colombia, de ser el país más desigual de la región. Y primer país del mundo con mayor número de desplazados.  Se suma, además, el fenómeno estructural de cómo las élites en Colombia han sido incapaces de desarrollar el estado-nación. Que en términos elementales tiene que ver con la consolidación de un mercado nacional, un desarrollo industrial, una reforma agraria y urbana que busque el despliegue de las fuerzas productivas, para la generación de una riqueza, que el Estado debe distribuir socialmente. Los pocos puestos de trabajo que se tenían en algunas industrias, se han perdido con la apertura económica, así como producto del desmantelamiento del estado. La economía informal se transformó por lo tanto en único lugar para la sobrevivencia de millones de colombianos que no encontraron otra forma de trabajo. Hoy se afirma, que en Colombia de algo más de veinte millones de personas que trabajan, solo están afiliados a sindicatos menos, de ocho cientos mil. Es decir de 100 trabajadores solo el 4% está organizado sindicalmente, de los cuales el 75% de dichos trabajadores son del sector estatal. Los nuevos puestos de trabajo, sin garantías y derechos colectivos laborales, ofrecidos por el proyecto neoliberal se concentran en la agroindustria, en las minas, en la explotación petrolera, en la construcción de hidroeléctricas y en la construcción del mercado de viviendas, entre otros. Y las tasas de sindicalización en estos sectores son menores al 10%.  Así mismo, se puede observar que el mercado laboral ofrecido en las grandes ciudades se concentra en servicios telecomunicativos, lo financieros y el comercio. Dichos trabajos, son inestables, polivalentes: se contrata por alguna función y se impone otras, sin reconocimiento remunerativo. Así como la precarización que condena a un gran contingente de trabajadores a vivir sin conciencia y exigibilidad de sus derechos. Los trabajadores de estos sectores según algunas investigaciones, están condenados a un permanente movimiento en búsqueda de trabajo.  Hoy no se pide trabajo, se mendiga trabajo. Los trabajadores y principalmente las trabajadoras, de la incipiente infraestructura industrial textilera que sobrevivió al neoliberalismo,   se ven condenadas a la desregulación contractual y salarial, reproduciéndose el proyecto capitalista de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, conocido como maquiladora.


  1. Ofensiva desde el terrorismo de estado. La clase obrera de los años 20’s en respuesta al incipiente desarrollo industrial, a las dramáticas condiciones sociales, retó a las clases dominantes y a las élites terratenientes por medio de una ofensiva política-organizativa que pone en evidencia las contradicciones del desarrollo del capitalismo dependiente y sin proyección en la conformación de un Estado-Nación. Esta ofensiva organizativa de movilización, luchas y huelgas por parte de los obreros tienen como referencia la lucha global por las ocho horas, reivindicación reconocida ya por algunos estados y constituciones de la sociedad contemporánea. Derecho que en Colombia solo es reconocido en 1934. A finales del mes de noviembre y principios de diciembre de 1928 los trabajadores de United Fruit Company organizan una huelga para poner en discusión las relaciones contractuales con la empresa, pago en efectivo, reconocimiento de las ocho horas. La respuesta de la empresa y del ejército colombiano fue reprimir a sangre y fuego a los trabajadores. Dicho acto de barbarie se conoce como la masacre de las bananeras y fue denunciada por Jorge Eliécer Gaitán. Esta estrategia sigue siendo utilizada por el estado colombiano como forma de contención de las manifestaciones y reivindicaciones populares. Las constantes históricas de este genocidio sindical se manifiestan permanentemente en la historia del movimiento obrero. La masacre en 1963 contra los trabajadores cementeros de Santa Bárbara en Antioquia, la represión y luego implementación del estado de sitio contra las organizaciones y reivindicaciones de la clase trabajadora después del paro cívico nacional del 14 de septiembre de 1973. Los años ochenta y noventa y el terrorismo de Estado y del para estado contra la Unión sindical obrera, Fecode y Fensuagro. Colombia, por ello, es el país del mundo más peligroso para ejercer las libertades y los derechos sindicales. Empresarios, medios de comunicación, fuerza armada y el mismo Estado, siempre han visto a los trabajadores sindicalizados como enemigos del desarrollo y del bienestar y siempre han justificado la represión y el exterminio contra la clase obrera.



  1. Ofensiva ideológica: el mito del fin de la historia y el fin de las ideologías. El neoliberalismo intentó colonizar las mentes y los sindicatos (¿?). Y con ello imponer una ideología totalitaria que se reduce al individualismo, a la mercantilización de la vida, a la resignación de “No hay alternativas”. Esta batalla ideológica penetró profundamente en las subjetividades y las organizaciones de los trabajadores. De ahí la pérdida de la vocación del poder político y la lucha. Algunos sindicatos reproducen a su enemigo de clase: el capitalismo, al interior de su dinámica sindical. El acomodamiento, la burocracia, el economicismo, entre otros, así como prácticas gamonales y corruptas dan cuenta que se ha perdido el horizonte ideológico de la clase trabajadora. El pensamiento y la acción crítica transformadora son tareas por reivindicar y reconstruir en las prácticas sindicales.  Las luchas globales contra el modelo y la globalización neoliberal demostraron que es urgente y necesario construir otros mundos posibles, más allá del capital, y los trabajadores son determinantes en dicho proyecto.

     
  1. La dispersión política-organizativa de los trabajadores y trabajadoras. El modelo reformista logró institucionalizar y cooptar al movimiento obrero bajo la figura del sindicalismo. En el caso de Colombia la clase gobernante se vio obligada a reconocer la existencia de derechos para los trabajadores. Especialmente desde la ley 83 y 129 de 1931 que reconoce al sujeto jurídico de los sindicatos. Los sindicatos se han visto permeados por la lógica y dinámica del estado burgués y producción capitalista, que ha neutralizado desde la cooptación institucional la praxis política y el proyecto histórico de la clase trabajadora. Se ha perdido, en efecto, la vocación política de lucha y transformadora de algunas organizaciones sindicales. Desde el economicismo, el capitalismo y el estado logró replegar a los trabajadores por medio de las reivindicaciones gremiales. Después de cooptado el mundo del trabajo representado y organizado desde los sindicatos, los trabajadores actuales se han encontrado con una de las más cruentas ofensivas del capitalismo organizado globalmente contra los trabajadores tanto del campo como de la ciudad.  Asimismo, se ve la incapacidad del sindicalismo para comprender las nuevas condiciones impuestas por el capitalismo contra los trabajadores que hoy NO están organizados El reto político que hoy es decisivo  debe abordar entre otras preguntas: ¿Dónde están hoy los trabajadores? ¿Cómo organizarlos? ¿Cuáles son las nuevas subjetividades generadas por el capitalismo? ¿Cuál es el papel y los retos de los sindicatos? ¿Cuáles son los retos políticos-organizativos del movimiento obrero?


Elaboración:
Cristóbal Silva Gonzalez.
CED-INS. Instituto nacional sindical.
Colectivo Flora Tristán. Marzo 2015.