viernes, 29 de mayo de 2015
miércoles, 6 de mayo de 2015
CANCION SOBRE EL PUEBLO OBRERO DESPROTEGIDO
MIRO QUE MIRA LA GENTE MAS NO LO PUEDO
ENTENDER
MIRO QUE HAY
HOMBRES LUCHANDO CON HAMBRE FRIO Y SED
MIRO QUE
MIRA LA GENTE Y NO LO PUEDO ENTENDER…….
,<<<<<<<<<<<>>>>>>>>>>>>>>>
CUAL SI NADA
PASARA EL PUEBLO PASA MIRA NO VE.
repite
LEVANTA TU
MANO HERMANO QUE ES LA HORA DE RECLAMAR
REBIENTA YA
LAS CADENAS QUE TE HAN QUITADO LA LIBERTAD
<<<<<<<<<<<>>>>>>>>>>>>>>>
DESIDE QUE
AUN HAY TIEMPO DEJA LAMENTO Y PONTE A
LUCHAR
SE QUE
QUISAS MANANA EN CUAL QUIER ESQUINA GRITARA
MIS PALABRAS
CANSADAS BAJO LA LLUVIA HAN DE ESCUCHAR
<<<<<<<<<<<<<<>>>>>>>>>>>>>>
MIENTRAS
LLEGUE ESE DIA EL PUEBLO MISMO CONOCERA
QUE TENGO
LOS PIES CANSADOS LAS GANAS TRISTES CAMINAR
REMOTA LAS ESPERANZAS DESNUDA EL ALMA Y LA
SOLEDAD
<<<<<<<<<<<<<>>>>>>>>>>>>>>>>>>
TENGO UN
LLANTO PERDIDO UNA CALMA AJENA QUE
RESCATAR
LA SENCILLES
DE UN HOMBRE QUE CAMBIO TODO POR LA VERDAD
repite<<<<<<<<<<<>>>>>>>>>>>>>>>
MIENTRAS
LLEGUE ESE DIA EL PUEBLO MISMO CONOCERA
QUE TENGO
LOS PIES CANSADO LAS GANAS TRISTES DE CAMINAR
REMOTA LAS
ESPERANZAS DESNUDA EL ALMA LA SOLEDA
LA ANTORCHA DE LA VIDA (Discurso)
Después de
todo el Sindicalismo no está tan distante de nuestro entorno vital, como solíamos
creer.
La “asociación
y hermandad de los trabajadores”, esa idea hermosa y corporizada, conocida desde hace más de dos centurias bajo
el nombre religante de sindicato, nacida,
como tenía que ser, en los albores primigenios del capitalismo, durante las más
denodadas batallas obreras, épicas, libradas por nuestros valientes ancestros,
continúa existiendo y reproduciéndose, como un organismo vivo.
Aunque a
primera vista a nosotros los jóvenes y la mayoría de ciudadanos el vocablo
“sindicalismo” nos parezca equidistante, desconocido y frío, exclusivo a una
demografía obrera diminuta (el 4% de los trabajadores colombianos), en fin, una
palabra extraña a nuestra propia realidad nacional, barrial y urbana, individual,
no obstante, me atrevo a creer el sindicalismo sigue estando presente, de modo
cuasi omnipresente, en la vida real y en
los corazones del pueblo trabajador de Bogotá, en las gentes del común que co-habitan
las casi veinte dos localidades
capitalinas, sus enigmáticas callejuelas y barrios, que hoy se contabilizan en
más de cinco mil. Una ciudad que está cargada, como todos sabemos (por
tradición oral, educación brindada, como la de este enriquecedor Seminario y las
vivencias personales de cada uno), de majestuosas historias, silenciosas y
colectivas, libradas por nuestra clase; Bogotá es una ciudad cargada de sudor y
luchas, de vida misma.
Además de
nuestra ciudad Bogotá, en la que por fuerzas del azar y la causalidad histórica
habitamos en el presente más de ocho millones de personas, lo mismo podríamos
decir de cualquier hábitat social del planeta tierra: en cualquier lugar donde residan
obreros, estará presente la viva palabra “Sindicalismo”, en sus innumerables
traducciones lingüísticas.
Por esta
razón, evocar a la palabra “sindicalismo” en cualquier sitio o ciudad, en
Bogotá, Hong Kong, Ciudad del Cabo o Nueva York, es evocar, aunque no lo crean,
el ciclo vital, los sueños materiales y
sentimientos humanos de individuos laboriosos de carne y hueso, que agrupados,
constituyen hoy por hoy, en el nuevo milenio, la inmensa mayoría social de
nuestra especie. De ahí la vitalidad del sindicalismo, que esté vivo.
El
sindicalismo colombiano y bogotano no nació por la fuerza creadora de la Ley y
el Gobierno patronal, ni siquiera de la voluntad y “el paso dado” por algunos
cuantos asalariados avezados y berracos, congregados en fábricas y barriadas,
que finalmente decidieron asociaciarse y organizarse colectivamente, para
defender sus derechos, pasándose a llamar “afiliados”. A mi juicio, esa no parecer
la raíz de donde brotó el inmenso árbol ramificado de los Trade Unions.
Más bien me
atrevo a pensar que el Sindicalismo se originó, nació y se desarrolló, además de
que permanecerá vivo en las urbes del mundo, hasta el final de los tiempos
agónicos del monstruo del capitalismo, allí donde haya el más tenue decibel sonoro,
a veces mudo, en otras palabras, allí, en cualquier lugar donde halla la más
mínima muestra y señal de descontento
social.
No es la
legislación gubernamental, la asociación colectiva ni la condición de
afiliados, la que hace al Sindicalismo ser y estar, sino que es el descontento
de la sociedad asalariada la que posibilita su vida, su vigorosidad, su
aliciente. Es un descontento, casi un eufemismo, que remite de una “lucha” que
en la vieja mitología podríamos llamar metafóricamente una “batalla de dioses y
gigantes”, pero que en la vida real de Colombia, Bogotá y el mundo, llamamos
una “lucha entre clases sociales”. El sindicalismo es entonces la llama viva
del descontento social, de la lucha de clases.
Este descontento
social al que me refiero, tiene la característica de ser corporizado, de ser a
la vez individual y colectivo, de ser una inconformidad cualitativa que en
muchos casos no es captado en toda su riqueza por las frías estadísticas cuantitativas
y papers académicos, en los informes científicos de la OIT y la burocracia
sindical. Me explico. Este descontento humano es un descontento particular, propio
de una clase obrera personalizada y territoralizada, más que cualquier
abstracción por el estilo; dicho de otro modo, para los materialistas, se trata
de un descontento de una clase social con rostro individual, residente situacionalmente
en una “aldea global” o una geografía, espacio
tiempo específico, en nuestro caso, en la Ciudad del Distrito Capital.
Imaginémonos
por un instante, los “rostros e historias de vida”, donde este descontento social
reside, en nuestra ciudad capital: Carlos, el joven herrero, maldice el calor
de las máquinas y el horno de la caldera y no ve la hora de irse emborracharse
a punta de Águila, con su grupo de amigos en la mítica esquina de Fontibón; reside
en Rosa Cecilia, madre tejedora, de San Victorino la cual añora ver a su hijito
después de terminar su jornada a las 6 de la tarde; yace allí en Andrés, un padre
soldador de la Zona Industrial que trabaja incesantemente para asegurar la
manutención de sus hijos queridos, ¿por qué no?, permanece como una “llama” allí
donde donde la maestra Paola imparte clases en un Colegio de Kennedy y sueña
con futuro mejor, para ella misma y para las nuevas generaciones.
El
sindicalismo es una llama viva que está omnipresente en nuestra ciudad, en
nuestro territorio, en todas las profesiones asalariadas, aunque a veces parezca
marginal y en el peor de los casos, invisible, ausente. El sindicalismo está
presente como idea corporizada, primigenia y en potencia, en las condiciones de
vida de Carlos, Rosa, Andrés y Paula, los cuales son trabajadores tercerizados
y precarizados, uno de ellos estable, pero lo común a todos es que ninguno de
ellos esté sindicalizado.
El
sindicalismo en Colombia no ha muerto, a pesar de los 4.000 héroes caídos en
estos 25 años. El Sindicalismo colombiano y bogotano viven, más necesitan saber
capitalizar creativamente, a su favor esa llama viva llamada “descontento
social”. En este orden de ideas, son valiosas las propuestas que han salido de
este Seminario: crear Sindicatos de in-estables, organizar Comités obreros de
fábricas, articular los sindicatos con los demás movimientos sociales y los
“desindicalizados”, crear nuevas formas de organización de los trabajadores,
que respondan al campo de batalla neoliberal, que nos tocó vivir.
Por todo lo
dicho aquí, mis preciados compañeros sindicalistas, trabajadores, estudiantes y
jóvenes, asistentes al “V Seminario de
Derechos Laborales y sindicales – por vida digna de las y los trabajadores de
Bogotá”, es que tercamente sostengo ante este auditorio de la CUT, que el
Sindicalismo está más vivo que nunca. Esa es la idea-imagen que aprendí y que les
quería transmitir esta tarde de hoy, a riesgo de parecer una perogrullada o un
sin sentido.
Para
culminar mi discurso, quería decirles que depende de cada uno de ustedes,
queridos asistentes, que la llama aurífera del descontento social que se está cultivando
en los cuerpos de los trabajadores de la vieja Bacatá, alcancen proporciones
inimaginables en el largo sendero del posconflicto por el que transitará
Colombia, pueda ser aprovechada para luchar por una una mayor tasa de
crecimiento sindical, con mayores organizaciones democráticas sindicales, de
carácter clasista, presentes en las empresas y barrios, esparcidas en los
centros productivos del país y los territorios de la ciudad bogotana.
Pero no sólo
eso.
Las “llamaradas
capitalinas” del descontento social, esta monumental antorcha “olímpica” de la vida,
cada vez más poderosa y flameante, esta inconformidad que acabé de mostrarles y
que ustedes se alcanzaron a imaginar, la cual que está presente en todos los
países y ciudades, incluidos este recinto, dan para muestro más, dan para ser
más ambiciosas, dan para realizar mancomunadamente el sueño político, proyecto
colectivo y la misión histórica a la que está llamada la clase obrera
contemporánea: la lucha por la Revolución Colombiana, obrera y socialista, con
alcances y proporciones mundiales junto a nuestros hermanos asalariados de más
de 148 países y 5 continentes hermanos, en estos tiempos convulsionados del
siglo XXI, así como en el resto de días que le quedan por vivir a la
civilización humana.
Dicho esto,
no me queda más por decir que lo siguiente: Que
siga ardiendo la antorcha de la vida. Gracias.
Sergio
Chaparro,
28 de
octubre de 2014
YO NO VENGO A DECIRLES
Anónimo
Yo no
vengo a decirles
que
dos más dos son cuatro
ni
que con A se escribe
amor,
paz, asesinato.
No
vengo a traer
Ni a
poner soluciones sobre la mesa.
Vengo
a contarles que en Colombia
La
tierra asesina campesinos siete días a la semana
Y al
obrero le dan dos almuerzos de metralla,
Que
los niños, tristes, duermen en las calles,
Y las
prostitutas inundan los mercados,
Y que
a cambio de esto el “amigo yankee”
se
lleva todo lo de encima y lo de abajo.
Vengo
a contarles como en Colombia todo se arregla fácilmente,
Que
si el frío y el hambre asesinan mil infantes
nos
envían aviones supersónicos,
Que a
cambio de la huelga nos ofrecen ¡los mejores festivales!,
Ah! Y
para que todo mundo guarde silencio y compostura,
No
faltan las cárceles modernas,
Además
los fusiles oficiales garantizan la paz
en la universidad y en la parcela.
Yo no
vengo a decirles
Que
dos más dos son cuatro
Pero
dos más dos pueden sumar cuarenta brazos
Y la
unión de aquel con aquellos
De
todos con nosotros
Formará
un torrente incontenible.
Yo no
vengo a decirles
Que
dos más dos son cuatro
Pero
que si ustedes se deciden
A
quitarse la venda de los ojos
A
vestir el uniforme de fatiga
Y a
desempolvar sus ideas (escopetas)
Díganme
cuando y a qué horas
Nos
encontramos en la lucha (en el monte).
POR NUESTROS DERECHOS
Fabio Geovo Almanza
A
este quinto seminario
Todos
puntuales los sábados llegaban
Comenzaba
a las dos de la tarde
Y
a las seis se terminaba.
Representantes
obreros, estudiantiles,
Barriales,
juveniles y muchos más participaban
No
importando lo lejos que vivieran
Que
hasta de Fusagasugá llegaban.
Unos
más otros menos
En
las dinámicas de grupo se involucraron,
Agradecemos
a los talleristas
Que
nuestra conciencia de clase despertaron.
No
olvidemos compañeros
Las
enseñanzas adquiridas,
Transmitámoslas
a las bases
Que
se verán fortalecidas.
Luchar
por nuestros derechos
No
es una causa perdida,
Perdido
está quien se somete
Sin
tomar la iniciativa.
Los
ricos sin los obreros
No
tendrían plusvalía,
El
pueblo sin explotación
Qué
desarrollo tendría.
Mantengámonos
unidos
En
la lucha y solidaridad
Si
diariamente nos formamos
Nuestro pueblo
vencerá.
martes, 5 de mayo de 2015
LAS NUEVAS DINÁMICAS DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LOS IMPACTOS ANTE EL MUNDO DEL TRABAJO
EL CAPITALISMO DESTRUYE LAS DOS FUENTES DE RIQUEZA: EL HOMBRE Y LA NATURALEZA. EN ESE SENTIDO, EL SISTEMA NEOLIBERAL ES UN REAL GENOCIDIO, PORQUE ESTA ACABANDO CON CAPAS ENTERAS DE LA SOCIEDAD HUMANA Y DEL ENTORNO NATURAL”.F. HOUTARD.
Introducción.
En los umbrales del
siglo XXI, la humanidad se ha encontrado en la encrucijada que representa la
crisis. Crisis ecológica, alimentaria, energética, hídrica, financiera,
económica, política y civilizatoria del proyecto histórico capitalista. La
historia ha demostrado, que la forma
para intentar salir de dichas crisis el capitalismo hace uso de la fuerza, la
represión, la liquidación de los derechos humanos.
Uno de esos innumerables
efectos de la crisis estructural del capitalismo, tiene que ver con la
liquidación de los derechos fundamentales asociados al mundo del trabajo. En
efecto, desde los años 80´s con el advenimiento de la teleinformática, la
robótica, la microelectrónica se ha venido imponiendo en el mundo nuevas
relaciones de producción asociadas al toyotismo. Este tipo de trabajo se
arraiga en lo que algunos autores llaman la informatización de la producción, o
concentración de la actividad económica en el llamado tercer sector de la
economía: venta y compra de servicios, flujos financieros, especulación, etc.
Este tipo de
trabajo subsumido por la lógica y dinámica del capital se caracteriza por la
desnaturalización de las antiguas prácticas laborales asociadas al modelo
fordista. Pero es necesario afirmar como esta descentralización de la
producción vincula entre sus dinámicas formas antiguas y clásicas de
producción, dependiendo de los nichos culturales, que se convierten en ventajas
comparativas para los inversionistas.
Se observa cómo el
desempleo estructural es otra de las consecuencias desencadenadas por la
crisis, ya no son solo los bancos quienes quiebran sino también industrias como
la General Motors, Caterpillar, Kodak, entre otros, y la opción tomado por los
dueños de los medios de producción es liquidar su planta de trabajadores o el
sometimiento de los mismos a novedosas formas de explotación laboral que se
hace necesario comprender para la generación de alternativas
colectivas-sociales.
La clase que vive
del trabajo juega un papel esencial para el surgimiento de un nuevo proyecto
humanista, por ello se hace necesario, e imprescindible, la creación colectiva
de nuevas formas de organización y lucha para contrarrestar no solo la
producción de plusvalor en la explotación de la fuerza de trabajo, sino también
de la liquidación y mercantilización de los bienes comunes de la naturaleza y
los derechos colectivos sociales a vivir una vida digna.
El proyecto
histórico de la clase trabajadora no es, ni fue, el reformismo ni la
reivindicación de la sociedad salarial, sino la construcción de un nuevo
proyecto de civilización más allá del
capital, y con ello, la superación de todas las estructuras de explotación y
dominación presentes en el capitalismo.
Estas tesis quieren
alentar el debate al interior de las organizaciones sindicales y de
trabajadores y trabajadoras que hacemos parte del Congreso de los Pueblos, que nos
dimos cita en la ciudad de Duitama, Boyacá durante los días 14 y 15 de marzo de
2015 con el fin de resignificar nuestro qué hacer como clase que vive del
trabajo para la construcción de un verdadero futuro digno, a la altura de
nuestros sueños, luchas y esperanzas.
TESIS:
- El capitalismo corporativo-transnacional liquidó el
pacto capital-trabajo. (Fin del modelo económico intervencionista y
reformista). Durante los treinta años
gloriosos del capitalismo (1945-1973) las condiciones materiales de los
trabajadores mejoraron ostensiblemente, comparados con la situación
socio-económico del siglo XIX. Producto de las luchas del movimiento
obrero, que van desde las comunas de París y las huelgas por la jornada
laboral de los tres ochos, llegando a las jornadas por el derecho al
sufragio y a la organización se disputa políticamente la distribución de
la riqueza y el ingreso, que se materializa en los Derechos sociales y
colectivos, como la salud, la educación, la alimentación, la vivienda, la
estabilidad laboral, la seguridad social, etc. El incentivo a la
producción, al crecimiento de la economía real y al consumo de los bienes
por medio de las relaciones contractuales salariales, permite una
distribución de la riqueza que se refleja en la inversión social. Esta
dinámica del capitalismo-reformista y social-demócrata, coopta, asimismo,
a los trabajadores dentro de las coordenadas de un sindicalismo
economicista y gremial que pierde su proyecto histórico revolucionario
socialista.
- Crisis global del capitalismo. Fortalecimiento del proyecto
neoliberal. Desde finales de los años 60`s el capitalismo ha
entrado en una profunda crisis expresada en la caída de la tasa de
ganancia, de la cual aun hoy no se ha podido recuperar. Como se sabe en
los años 80´s el modelo Neoliberal se proclama en el “Consenso” de
Washington. El capitalismo corporativo-transnacional busca apropiarse de
los recursos y del capital social generado por el anterior modelo
regulador. El capital social que son los derechos sociales y económicos,
deben ser privatizados. Profundizándose lo que se conoce como despojo de
los bienes colectivos. Proyecto que busca desmantelar el proteccionismo
industrial y la soberanía económica, política, jurídica, ambiental de los
países pobres. Se destruye la relación y la sociedad contractual, en la
cual los sindicatos eran un componente social importante. Dicha
destrucción se impone bajo los proyectos políticos de los gobiernos de
ultraderecha, que utilizan el instrumento del Estado como dispositivo de
control y disciplinamiento ante el descontento social por medio del
terrorismo de Estado. No hay que olvidar que el modelo neoliberal, en su
primera fase, fue impuesto bajo dictaduras militares, no solo en América
latina, sino también en Asia y África. El Estado legisla no para
garantizar lo derechos de la sociedad sino en función del gran capital. La
estrategia busca controlar y expoliar las dos fuentes primarias de
riqueza: el trabajo y los bienes comunes de la naturaleza. El estado, se reconfigura
como instrumento de dominación de clase, representado en nuestro país en una
alianza entre la oligarquía tradicional, y sectores reaccionarios como los
terratenientes, comerciantes, narcotraficantes, empresas transnacionales,
paramilitares y funcionarios del Estado. La función del Estado se
fortalece desde el dispositivo de fuerza policial y militar y el control
ideológico mediático. Cualquier actor que deslegitime dicho poder desde la
huelga y la movilización es estigmatizado y perseguido. El sindicalismo colombiano es un buen
ejemplo, ya que es Colombia el país más peligroso del mundo para ejercer
los derechos y libertades sindicales, que supuestamente están consagrados
en la Constitución política de 1991. Para generar confianza inversionista
el país se debe someter al recetario de ajuste del Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional. Todo debe ser privatizado y se debe liquidar
cualquier organización social y política que busque reivindicar derechos
sociales y colectivos. El capitalismo mundial ha buscado concentrarse en
el tercer sector de la economía que se proyecta en la venta de servicios y
en el flujo del capital especulativo financiero, imponiéndose con ello la
financiarización económica.
- Tercera revolución industrial. (La microelectrónica,
la teleinformática, la robótica, intensificación de la rotación del
capital. El modelo de acumulación flexible). La
primera revolución industrial estuvo determinada por la utilización de la
máquina de vapor y su uso en la producción y circulación de mercancías, la
segunda revolución se asoció al uso de la electricidad y el petróleo y la
tercera se asocia a las nuevas tecnologías que buscan intensificar y
acortar la rotación del capital y la producción. En efecto, con la crisis
del modelo fordista de producción y el fin del proyecto reformista del
capitalismo se impone contra el mundo del trabajo un nuevo modelo de
acumulación capitalista, que busca intensificar la sobreexplotación
laboral por medio de la maquilización del tercer mundo y el
desmantelamiento productivo del primer mundo por medio de la
descentralización. Esta producción se concentra en la creación mercantil
de lo simbólico, el tráfico y flujo de servicios y la especulación
financiera. La producción de mercancías ya diseñadas y controladas desde
la mediación simbólica publicitaria tiene ya asegurado a los consumidores
que tienen a la vez un papel activo en el diseño de las mercancías. Esta
acumulación flexible gestada y diseñada por las corporaciones producen
mercancías en diferentes partes del mundo donde se ofrecen ventajas
comparativas: mano de obra barata, recursos naturales a bajo precio, la
inexistencia de la legislación ambiental y laboral, etc. Las consecuencias
contra los trabajadores son evidentes: pérdida de puestos de trabajo,
liquidación de la infraestructura productiva de los países del tercer
mundo, fin de los derechos sociales y colectivos, mercantilización de los recursos
naturales y de los derechos fundamentales de la población. Aumento del
desempleo, presencia del esclavismo, se afirma que hoy más de 27 millones
de esclavos en el mundo, que trabajan en las fábricas de la muerte. Mano
de obra esclavizada de mujeres, niños y niñas; principalmente. Se observa,
asimismo, la globalización de la pobreza, la miseria, la precarización
laboral, que no es más que un trabajo sin acceso a derechos humanos fundamentales
que acompañen a una vida digna.
- Colombia: la no conformación de un proyecto Nacional
industrial y la no formación de un obrero industrial. En Colombia se
asiste a una profunda crisis económica, de las instituciones políticas,
del Estado y de la sociedad en su conjunto. El modelo económico en
Colombia ha sido caracterizado como trasnacional, mafioso, financiero y
terrateniente, responsable de la debacle de la sociedad colombiana.
Colombia, ocupa el segundo deshonroso lugar, después de Brasil, siete
veces más grande que Colombia, de ser el país más desigual de la región. Y
primer país del mundo con mayor número de desplazados. Se suma, además, el fenómeno estructural
de cómo las élites en Colombia han sido incapaces de desarrollar el
estado-nación. Que en términos elementales tiene que ver con la
consolidación de un mercado nacional, un desarrollo industrial, una
reforma agraria y urbana que busque el despliegue de las fuerzas
productivas, para la generación de una riqueza, que el Estado debe
distribuir socialmente. Los pocos puestos de trabajo que se tenían en
algunas industrias, se han perdido con la apertura económica, así como
producto del desmantelamiento del estado. La economía informal se
transformó por lo tanto en único lugar para la sobrevivencia de millones
de colombianos que no encontraron otra forma de trabajo. Hoy se afirma,
que en Colombia de algo más de veinte millones de personas que trabajan,
solo están afiliados a sindicatos menos, de ocho cientos mil. Es decir de
100 trabajadores solo el 4% está organizado sindicalmente, de los cuales
el 75% de dichos trabajadores son del sector estatal. Los nuevos puestos
de trabajo, sin garantías y derechos colectivos laborales, ofrecidos por el
proyecto neoliberal se concentran en la agroindustria, en las minas, en la
explotación petrolera, en la construcción de hidroeléctricas y en la
construcción del mercado de viviendas, entre otros. Y las tasas de
sindicalización en estos sectores son menores al 10%. Así mismo, se puede observar que el
mercado laboral ofrecido en las grandes ciudades se concentra en servicios
telecomunicativos, lo financieros y el comercio. Dichos trabajos, son inestables,
polivalentes: se contrata por alguna función y se impone otras, sin
reconocimiento remunerativo. Así como la precarización que condena a un
gran contingente de trabajadores a vivir sin conciencia y exigibilidad de
sus derechos. Los trabajadores de estos sectores según algunas
investigaciones, están condenados a un permanente movimiento en búsqueda
de trabajo. Hoy no se pide trabajo,
se mendiga trabajo. Los trabajadores y principalmente las trabajadoras, de
la incipiente infraestructura industrial textilera que sobrevivió al
neoliberalismo, se ven condenadas
a la desregulación contractual y salarial, reproduciéndose el proyecto capitalista
de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, conocido como maquiladora.
- Ofensiva desde el terrorismo de estado. La clase obrera de los años 20’s en respuesta al
incipiente desarrollo industrial, a las dramáticas condiciones sociales,
retó a las clases dominantes y a las élites terratenientes por medio de
una ofensiva política-organizativa que pone en evidencia las
contradicciones del desarrollo del capitalismo dependiente y sin
proyección en la conformación de un Estado-Nación. Esta ofensiva
organizativa de movilización, luchas y huelgas por parte de los obreros
tienen como referencia la lucha global por las ocho horas, reivindicación
reconocida ya por algunos estados y constituciones de la sociedad
contemporánea. Derecho que en Colombia solo es reconocido en 1934. A
finales del mes de noviembre y principios de diciembre de 1928 los
trabajadores de United Fruit Company organizan una huelga para poner en
discusión las relaciones contractuales con la empresa, pago en efectivo, reconocimiento
de las ocho horas. La respuesta de la empresa y del ejército colombiano
fue reprimir a sangre y fuego a los trabajadores. Dicho acto de barbarie
se conoce como la masacre de las bananeras y fue denunciada por Jorge
Eliécer Gaitán. Esta estrategia sigue siendo utilizada por el estado
colombiano como forma de contención de las manifestaciones y
reivindicaciones populares. Las constantes históricas de este genocidio
sindical se manifiestan permanentemente en la historia del movimiento
obrero. La masacre en 1963 contra los trabajadores cementeros de Santa
Bárbara en Antioquia, la represión y luego implementación del estado de
sitio contra las organizaciones y reivindicaciones de la clase trabajadora
después del paro cívico nacional del 14 de septiembre de 1973. Los años
ochenta y noventa y el terrorismo de Estado y del para estado contra la Unión
sindical obrera, Fecode y Fensuagro. Colombia, por ello, es el país del
mundo más peligroso para ejercer las libertades y los derechos sindicales.
Empresarios, medios de comunicación, fuerza armada y el mismo Estado, siempre
han visto a los trabajadores sindicalizados como enemigos del desarrollo y
del bienestar y siempre han justificado la represión y el exterminio
contra la clase obrera.
- Ofensiva ideológica: el mito del fin de la historia
y el fin de las ideologías. El neoliberalismo
intentó colonizar las mentes y los sindicatos (¿?). Y con ello imponer una
ideología totalitaria que se reduce al individualismo, a la mercantilización
de la vida, a la resignación de “No hay alternativas”. Esta batalla
ideológica penetró profundamente en las subjetividades y las
organizaciones de los trabajadores. De ahí la pérdida de la vocación del
poder político y la lucha. Algunos sindicatos reproducen a su enemigo de
clase: el capitalismo, al interior de su dinámica sindical. El
acomodamiento, la burocracia, el economicismo, entre otros, así como
prácticas gamonales y corruptas dan cuenta que se ha perdido el horizonte
ideológico de la clase trabajadora. El pensamiento y la acción crítica
transformadora son tareas por reivindicar y reconstruir en las prácticas
sindicales. Las luchas globales
contra el modelo y la globalización neoliberal demostraron que es urgente
y necesario construir otros mundos posibles, más allá del capital, y los
trabajadores son determinantes en dicho proyecto.
- La dispersión política-organizativa de los
trabajadores y trabajadoras. El modelo reformista logró
institucionalizar y cooptar al movimiento obrero bajo la figura del
sindicalismo. En el caso de Colombia la clase gobernante se vio obligada a
reconocer la existencia de derechos para los trabajadores. Especialmente
desde la ley 83 y 129 de 1931 que reconoce al sujeto jurídico de los sindicatos.
Los sindicatos se han visto permeados por la lógica y dinámica del estado
burgués y producción capitalista, que ha neutralizado desde la cooptación
institucional la praxis política y el proyecto histórico de la clase
trabajadora. Se ha perdido, en efecto, la vocación política de lucha y
transformadora de algunas organizaciones sindicales. Desde el economicismo,
el capitalismo y el estado logró replegar a los trabajadores por medio de las
reivindicaciones gremiales. Después de cooptado el mundo del trabajo representado
y organizado desde los sindicatos, los trabajadores actuales se han
encontrado con una de las más cruentas ofensivas del capitalismo
organizado globalmente contra los trabajadores tanto del campo como de la
ciudad. Asimismo, se ve la
incapacidad del sindicalismo para comprender las nuevas condiciones
impuestas por el capitalismo contra los trabajadores que hoy NO están
organizados El reto político que hoy es decisivo debe abordar entre otras preguntas:
¿Dónde están hoy los trabajadores? ¿Cómo organizarlos? ¿Cuáles son las
nuevas subjetividades generadas por el capitalismo? ¿Cuál es el papel y
los retos de los sindicatos? ¿Cuáles son los retos políticos-organizativos
del movimiento obrero?
Elaboración:
Cristóbal Silva Gonzalez.
CED-INS. Instituto nacional sindical.
Colectivo Flora Tristán. Marzo 2015.
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